¡El desayuno!
Esto es lo que me salió sin pensar cuando me preguntaron hace poco qué me mueve para levantarme con ilusión y motivación cada mañana.
Es que es así. El desayuno es la comida que más disfruto del día. Es un momento que me dedico con plenitud máxima. Me permite empezar el día con la energía adecuada, tanto física como mental.
A ti, ¿qué te hace levantarte cada día? (no me digas el móvil/despertador, eh :))
Valores.
Bromas aparte, si conecto con mis valores, dos de las cosas que más me motivan es aprender y vivir con alegría. Con una sonrisa en la cara, vaya. La sonrisa en el rostro es fácil. La sonrisa interior me ha costado mi “trabajo”.
Al hacer un repaso rápido de mi faceta como estudiante/aprendiz, detecto gran alegría la hora de decidir aprender algo, de saber que voy a empezar algo nuevo. Esa curiosidad por lo desconocido. Ese desafío de ponerme a prueba. Es así desde pequeña hasta ahora, que sigo haciendo constantes formaciones gracias a la decisión de emprender con este proyecto.
En estos últimos meses que he salido de mi zona de confort como nunca, esta alegría ha luchado con la incomodidad que supone exponerme cuando creo no tener el control o no estar lo suficientemente preparada, a pesar de que confío mucho en mis recursos y capacidad de improvisación.
Como ves, una misma acción puede acercar a dos cosas: una positiva, la otra (aparentemente) negativa.
Gracias al trabajo que he realizado, me he dado cuenta que ahora SÍ tengo el control. El más importante. El más liberador. Es el siguiente: poder pararme cuando lo necesito a ver lo que me pasa, tanto a nivel fisiológico como psíquico: qué emoción tengo, qué pensamientos me secuestran, cómo actúo, cómo se traduce en mi cuerpo. En cualquier orden, porque pensar-sentir-hacer se retroalimentan constantemente. Y a partir de este conocimiento, tomo decisiones y actúo. O no. Lo que más convenga.
Si no nos damos esta oportunidad de parar, pensar y actuar, vamos a movemos por automatismos, presos de nuestro inconsciente, sin cuestionar porqué hacemos lo que hacemos, porqué respondemos de un modo concreto, qué sentimos.
Sin percatarnos de la intención positiva que toda actuación tiene. Porque la hay, siempre.
Igual puedes pensar, por ejemplo, qué intención positiva tiene postergar esas clases de idiomas que necesitas como agua de mayo para aprovechar las oportunidades de carrera que se te presentan.
A priori, esta decisión (no formarte) te aleja de tu objetivo y/o valor (avanzar en tu carrera profesional). Y avanzar en tu carrera profesional tiene detrás otro valor mayor, que puede ser la autorrealización. O la seguridad económica para tu familia. Solo tú sabes qué deseas.
Porque lo sabes, ¿verdad?
No. No es una prueba de nivel. Es una nueva oportunidad para medir cuánto aprovechas tus conocimientos y CONSEGUIR TUS METAS PROFESIONALES de una vez por todas.
LLÉVATE AHORA ESTE EBOOK GRATIS A TU BANDEJA DE ENTRADA
¿Qué opción se ajusta más a tu situación actual?
Responsable: Paloma María García Pérez con NIF 46776345A.
Finalidad: envío de mis publicaciones y correos comerciales.
Legitimación: tu consentimiento expreso.
Destinatarios: tus datos se alojan en mi plataforma de email marketing Active Campaign cuyo titular es ActiveCampaign, LLC ubicada en Irlanda y acogida al Privacy Shield.
Derechos: de Acceso, Rectificación, Limitación o Suprimir tus datos en info@palomagarciacoach.com. No dudes en consultar mi política de privacidad para más información.
Intención positiva
Lo que decía, ¿cómo puedes saber qué intención positiva tiene hacer lo contrario a lo que quieres hacer, que te aleja de tu objetivo?
Las personas actuamos por acercamiento (placer) o alejamiento (dolor). Cambia placer por valores positivos (familia, salud, libertad, felicidad, éxito, autorrealización, desarrollo…) y dolor por valores negativos (esfuerzo, vergüenza, ridículo, fracasar, sentirse incapaz…). Como puedes ver, hay valores que son incompatibles.
Por ejemplo, si quieres prosperar en tu carrera profesional, pero para ello tienes que exponerte en otro idioma. Otro idioma puede suponer para ti sentirte incapaz y activar tu sentido del ridículo.
Es decir, un mismo hecho (un idioma) te acerca a dos tipos de valores. Uno positivo, el otro negativo. Uno con efecto inmediato, el otro seguramente no. En función del peso que des a cada valor, puedes encontrarte que acabas no haciendo A (idioma) para no tener X (valor negativo).
¿Tiene sentido para ti?
De ahí que sea tan importante conocer qué valores te mueven por acercamiento o alejamiento hacia tus objetivos. Hacia tu propósito de vida.
¿A qué valores te acercan los idiomas? ¿Son positivos y/o negativos?
Reglas que conforman los valores
Una vez defines tus valores, tienes que hacer el ejercicio de detallar qué reglas (creencias) asocias a cada uno.
Esto te permite ver lo siguiente:
- Origen de la creencia (es tuya o te viene impuesta por el exterior – familia, sociedad, amigos, etc.)
- Si depende de ti o estás poniendo la responsabilidad en algo/alguien externo
- En qué te enfocas
Ejemplo reglas de los valores
Te pongo un ejemplo personal que puedes usar como patrón para tus propios valores:
Valor positivo: aprender
Regla:
- Desafiar a mi intelecto
- Coger las cosas rápidamente
- Obtener buenos resultados
- Tener reconocimiento
Reajuste regla:
Cada vez que leo algo nuevo, que hago algo que despierta mi curiosidad, que me permite salir de mi zona de confort, que me demuestro que soy capaz, que siento cosquillas de descubrir algo que no sabía, que acepto los errores como oportunidades de seguir aprendiendo.
Valor negativo: sentirme expuesta
Regla:
- Que me juzguen
- Que piensen que debo conocer / controlar el tema
- Cometer un error / equivocarme
- Parecer incompetente
Reajuste regla: (hacer la regla más difícil y que dependa de mí)
Solo si tuviera que estar más pendiente de los demás en vez de ver la oportunidad que salir de mi zona de confort y aceptar mis errores supone para mi crecimiento personal.
Nota: Este es un ejercicio original de Tony Robbins. Extraído del libro “Líder de ti mismo” de Roberto Re.
Sin duda, esta información supone un gran descubrimiento y una información vital. Te permite tomar las riendas al reajustar las reglas de tus valores para que dependan de ti, para que puedas hacer las acciones que los honren y te acerquen a aquello que deseas.
“La estabilidad interna se basa en el reconocimiento de un hecho indiscutible: tu vida es tuya. Tú eres su dueño. El dominio es la base de la estabilidad y la responsabilidad. Tú eres el que decide. Tú tienes la soberanía y con ella los derechos y las responsabilidades de la propiedad de algo increíble: un cuerpo humano único y una vida humana única”.
“El Juego Interior del Estrés”, de Timothy Gallway.
“La decisión de estar a cargo de tu vida y no ser una víctima es probablemente el factor más importante a la hora de construir estabilidad interna. Puedes repetir esta decisión cada vez que te haga faltar reafirmar tu actitud”.
El concepto de víctima es muy amplio.
¿De qué manera entiendes que te hace víctima no saber qué te mueve realmente, qué intención positiva hay, qué valores tienes contrapuestos, de qué dependen las acciones que tomas o en qué asiento estás cuando tomas decisiones (piloto o copiloto)?
Fíjate todo lo que hay detrás de un aparentemente simple “no retomo la formación de idiomas que necesito”.
Quizás pienses que tú solo quieres hablar un idioma en concreto. Que todavía no has encontrado el método/profesor/material que te funcione. Que no tienes tiempo. Incluso que eres mayor. Que es muy difícil. Que no se te dan bien los idiomas…
¿Te suena algo de esto?
Si te paras a pensarlo bien, si quieres hacerlo, tienes la capacidad y no lo estás haciendo, ¿qué está pasando dentro de ti más allá de cualquiera de los “es que” comentados en el párrafo anterior?
Como sabes, la información no está en mi pregunta, sino en tu respuesta.
¡Feliz reflexión!
¡Hasta la próxima entrada!
Paloma
Foto cortesía de giovannid en Pixabay